dissabte, 21 de maig del 2011

Sin novedad en el frente

Publicado en El Periódico del 20 de mayo de 2011

Si novedad en el frente. La plaza Catalunya se ha despertado huérfana de furgones y agentes policiales. Se sabe que están, porque la secreta está por todas partes, pero ni se la ve ni, mucho menos, se la espera. No parece que el desalojo de la plaza, en el caso de haberlo, vaya a ser inminente.
Más de 500 personas han pasado la última noche en la plaza. Fueron muchas más que la noche anterior y serán muchas menos que la próxima, pronostica un portavoz de los concentrados. La mayoría de los indignados de Barcelona han pasado la noche en el círculo central de la plaza. Sus sacos de dormir han convertido el recubrimiento cerámico del espacio en una enorme y multicolor alfombra de protesta.
Pero también hay unos centenares más que no han pegado ojo. A las cinco y media de la mañana, unos cuantos celebraban un sarao flamenco en la acera del lado mar de la plaza, mientras unos pocos pintaban nuevas pancartas. Sin embargo, la mayor actividad se concentraba alrededor de las mesas que hay dispuestas alrededor del círculo central. Allí se seguía hablando de política, de economía, del sistema, de lo que pasará hoy y de la cobertura de los medios de comunicación sobre las acampadas de Barcelona y Madrid.
“La verdad es que ha sido una vergüenza que hasta el mismísimo Washington Post haya sacado la acampada en portada mientras aquí se intentaba reducir su importancia. No puede ser que nos tomen el pelo de esta manera”, denuncia Dani, un informático de 28 años. Sentado en una mesa de la comisión de información, el chico reconoce que vive bien: tiene trabajo y casa. En teoría no se puede quejar. Pero lo hace. “Es una cuestión de principios. Vine el primer día creyendo que estaría solo y me encontré con mucha gente que piensa igual que yo. Cierto que entre nosotros hay ideas muy distintas pero el punto en común es que estamos hasta los cojones de la situación actual y que pensamos que hay que hacer algo”.
También Anna, una chica de 19 años con el pelo lleno de rastas, está encantada de haber venido y de encontrar a algiuen que le escuche. Tiene muchas ganas de hablar, a pesar de la hora que es y de no haber dormido. Mientras el periodista se las ve y se las desea, no ya para articular cuatro palabras coherentes seguidas, sino incluso mover el bolígrafo con agilidad, ella es todo locuacidad y alegría. Anna cuenta que ha estado de exámenes  y que hasta la pasada noche no pudo venir. Igual que Dani, también está convencida de que había que estar aquí, aunque en su caso no esté muy convencida de que la concentración vaya a tener resultados tangibles. “No somos nosotros los que movemos el mundo, sino los Bildelberg. Lo único que podemos hacer es mostrar nuestro descontento. Aunque vete a saber, ellos son veinte y nosotros miles. Si nos ponemos de acuerdo, igual les podemos vencer”, reflexiona esta estudiante de segundo de Bachillerato.
La noche ha sido larga, en plaza Catalunya, aunque muchos no lo demuestren. La multitudinaria asamblea de las diez y media terminó pasada la una de la madrugada con algunos acuerdos: se debatió si el sábado se tenía que convocar una manifestación, eufemísticamente llamada “paseo” por aquello de la Junta Electoral y la jornada de reflexión. Se decidió que mejor mantener las posiciones en la plaza Catalunya.
El tema de mayor calado ideológico fue objeto de un apasionado debate. Se debatió si debían declararse contrarios al sistema capitalista o bien manifestar su oposición al régimen económico actual. Grave dilema. Por la tarde, los integrantes de la comisión encargada de debatir el tema no se habían puesto de acuerdo, así que la sometieron al escrutinio de la asamblea. En un principio, pareció que iba a ganar la apuesta moderada, pero los aplausos atronaron cuando un chico que hizo uso del turno de palabra reclamó la abolición del sistema capitalista. Miles de manos alzadas aplaudieron alborozadas la declaración y los reformistas tuvieron que callarse.
Finalizada la asamblea, las comisiones volvieron a reunirse hasta las tantas de la madrugada mientras algunos voluntarios cogían la escoba y comenzaban a barrer el suelo. Porque los concentrados podrán tener ideas radicales sobre el funcionamiento de la sociedad, pero están dispuestos a demostrar al mundo que son educados y respetuosos, nada que ver con los incivilizados antisistema que piensan algunos.

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